José

José como cada tarde contemplaba el atardecer, tras sus anteojos rebotaban los rayos ultravioleta que deprimidos por la eficacia de los filtros en los cristales, desistían sus transgresiones a las corneas, que de por si sufrían el desgaste de la miopía, bajo sus manos inquietas quizá por el bochorno primaveral o más bien justificado por su recién adquirida adolescencia se encontraba un gran refrigerador.
Helados, paletas, palomitas, sopa instantánea y cuanto antojo pudiese venderse se perfilaba en las cartulinas que él pegaba en las paredes del local, éstas de un color pastel, lo hacían sentirse en un cuento de Disney, esperando por su príncipe encantador, el cual también fuese sexualmente abierto y emprendedor, no soportaba la idea de una incipiente sexualidad como la que con Mau su anterior novio sufrió.
Eran casi las 9:00 p.m. y si disponía a cerrar, el día fue cansado y tras haber vendido suficientes paletas como para hacer más de una bandera colorida tal cual arcoíris, como aquella que tan orgullosamente porto en la marcha de orgullo gay.
Al bajar las cortinas metálicas un susurro eléctrico por sus oídos arribo, su piel en seguida se magnetizo y ante las caricias de aquel desconocido, que oscilaba besos en su cuello cómplices de la penumbra artificial en José una súbita y colosal erección provoco; su pene prisionero de la mezclilla pedía a gritos escapar del pantalón, sus lenguas como Titanes enfurecidos peleaban al ritmo de su corazón, José no pudo más y tras un vaivén de gemidos despojo de sus prendas al desconocido barón, bajo sutilmente como un felino hasta el ombligo y con su lengua esa piel blanca y fría como el metal saboreo, busco el olor a sexo pero extrañamente un brisa fría y familiar su cara roció, la catarsis sexual lo invadió, su pene latía a la par de su corazón y ese frío y blanco desconocido vibraba haciendo más grande su excitación, José sumergió su cara entre la oscuridad en busca de un pene prometedor. Esa noche se escucho un gran gemido, un gemido de animal, un gemido eléctrico, un gemido mas allá de lo sexual que a media colonia despertó.
Al día siguiente las autoridades policíacas describían el extraño caso de José, aquel joven que entre circuitos eléctricos y metal desgarrado apareció. La nota roja titulo "Heladería de muerte: Joven electrocutado entre circuitos del refrigerador".

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